LA obesidad infantil 2020

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La obesidad infantil, una pandemia que crece a la sombra del Covid-19 Obesidad infantil El desconocimiento de los padres en relación con la alimentación saludable y la obesidad infantil se traspasa de generación en generación, por lo tanto, los niños están heredando muy malos hábitos alimentarios. La situación que hemos vivido ha provocado un empeoramiento de los factores relacionados con la obesidad en menores: alimentación, actividad física, horas de sueño y bienestar emocional. Mientras, la publicidad de productos insanos sigue aumentando: hasta un 66 % en los últimos cinco años. Cuando ambos padres tienen sobrepeso, existe un 80% de probabilidades de que sus hijos sean obesos. Un niño con obesidad severa tiene menores probabilidades de lograr niveles académicos más altos en la educación superior. Además, los niños con obesidad tienen menos satisfacción con la vida. Importante es entonces adquirir hábitos saludables a temprana edad. Es más, los que son adquiridos durante la adolescencia tienen más posibilidades de persistir en la adultez. Es un círculo vicioso. La pandemia del Covid-19 ha empeorado dramáticamente los factores de estilo de vida que se sabe que están relacionados directamente con la obesidad infantil: alimentación, actividad física, horas de sueño y bienestar emocional. Dicho de otro modo: la pandemia ha sido la “tormenta perfecta” para empeorar la salud de los menores. Consecuencias del confinamiento “La coexistencia de las dos pandemias produce una paradoja que puede afectar negativamente a la prevalencia de la obesidad infantil. El confinamiento, que ha ayudado a controlar la transmisión del Covid-19, ha deteriorado los hábitos de salud y el bienestar de los niños y niñas”. Los estudios relacionados con las consecuencias del confinamiento muestran incrementos del nivel de sedentarismo y de tiempo de uso de pantallas, dificultades para acceder a alimentos saludables y para dormir las horas de sueño recomendadas, y un mayor nivel de estrés en los adultos, que habitualmente se transmite a los niños. Se sabe, además, que la comunidad y el entorno social donde crecen estos menores normalmente no les ofrecen estímulos que les ayuden a llevar una vida sana. Por tanto, con escuelas y centros deportivos cerrados durante este periodo (por causas obvias y necesarias), los menores han perdido la única buena influencia de un estilo de vida activo y saludable”. “Uno de los principales aspectos psicológicos que influye en la obesidad es que los sujetos atribuyen emociones o sensaciones a los alimentos, sobre todo a los más calóricos y de menor calidad nutricional, creando un vínculo” Y la pregunta que debemos hacernos:
¿Que estamos haciendo como padres para que la obesidad de mi hijo/a disminuya o todavía tengo el pensamiento obsoleto de decir cuando crezca bajara de peso?